Desde que empecé en el mundo de la realización, hace ya una década, he vivido la evolución constante de los equipos. Recuerdo los primeros días donde todo era un caos: cada marca, desde Data vídeo hasta Black Magic, tenía su propia interfaz y protocolo de trabajo. Tuvimos que aprender a mandar órdenes a los equipos de formas muy distintas, hasta que la liberación del software (como la API de vMix o el software de Black Magic) abrió la puerta a una flexibilidad casi ilimitada.
Ahora, cuando configuro mis equipos para eventos, el Stream Deck de ELGATO se ha convertido en una pieza central, no solo como herramienta, sino como una extensión física de mi velocidad y mi capacidad de reacción. Mi experiencia profesional me ha enseñado que el mayor valor de esta herramienta reside en su capacidad para adaptarse al flujo de trabajo del evento y, sobre todo, en cómo permite trasladar la memoria muscular (que desarrollé, curiosamente, con clases de mecanografía de niño) directamente a la realización.
Una de las primeras lecciones que he aprendido es que no existe una única configuración de Stream Deck; esta debe ser un reflejo exacto del evento.
He descubierto que la verdadera eficiencia se logra cuando dejas de mirar el Stream Deck. Para mí, la disposición de los dedos se reduce prácticamente a dos posiciones principales (la parte de arriba y la parte de abajo de los botones).
Para reforzar este flujo de trabajo, un consejo práctico que puedo compartir es el uso de pequeñas marcas o pegatinas táctiles en botones específicos. Esto te permite saber dónde están tus dedos en todo momento. Por ejemplo, si tienes marcas en los botones superiores, las notarás con los dedos índices; al bajar, si tienes marcas en los botones inferiores, las notarás con los dedos medios. De esta forma, puedes crear una relación súper rápida entre lo que te piden y la orden que lanzas, ya sea un corte, un fundido, un vídeo o un tercio inferior (overlay). Si se practica de esta manera, se puede realizar «casi sin mirar».
A nivel profesional, la configuración de equipos debe ir más allá del Stream Deck individual. Es crucial plantearse cuántas personas estarán en el control y qué roles tendrán.
En el caso de trabajar con un segundo realizador (porque, seamos sinceros, «los humanos tenemos que ir al aseo»), la capacidad del Stream Deck para duplicar los shortcuts es vital. Conectar dos Stream Decks al mismo ordenador que maneja vMix y duplicar los atajos nos ofrece redundancia. Si uno de nosotros tiene que ausentarse, siempre hay alguien que puede manejar la realización, lo cual disminuye las opciones de fallar.
Además, cuando la configuración escala a dos realizadores y dos equipos, es cuando realmente entra en juego la necesidad de un software intermedio. Herramientas como Central Control (la que más uso y he comprado) son indispensables, ya que permiten manejar múltiples equipos simultáneamente, desde mezcladores (ATEM, vMix) hasta mesas de audio, facilitando la gestión de roles complejos.
En resumen, la experiencia de trabajar con el Stream Deck no es solo técnica, sino de filosofía de trabajo. Permite estructurar el caos de un evento en vivo en una serie de atajos táctiles, rápidos y redundantes, asegurando que la realización sea fluida, adaptable y lo más libre de errores posible. Si estás empezando, te recomendaría encarecidamente que te hagas un esquema sencillo, practiques los fundidos y los cortes, y desarrolles esa rapidez de reacción.
